martes, 5 de abril de 2011

Que vuelvan los lilas

(Una fotografía que anoche me salió hilada a un verso de este poema puede verse aquí)


Que vuelvan los lilas


Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba cercana a tu estanque,
convertí cañas en siringas y canté hasta inundarte
de ti. Canté y tañí. (*)
En honor de las letras me hago sangre,
despedazo cada palabra para ver
si al nombrarlas consigo encontrar
el descanso para este cuerpo.
Anhelo el otoño sin que haya nacido el verano.

¿Y si me dejas descansar?
No morirás aunque duerma,
la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar coexiste la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar homicidio
contra estas cansadas manos,
estos pesados brazos, más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene viva,
ventana y lumbre,
al parecer el sonido no ondea sobre el agua,
puerta y límites.
Al parecer los lilos sólo florecen una vez al año.

¿Qué tal si me permites apoyar la cabeza
aunque sea en la nube de espinas?
Ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.

Auto-ventilarme en un sol,
en una punta,
en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco.
¡Puff!, y dejar...
Dejar de ser.
Auto-inhibirme en el altar de las lilas abiertas a lo que sea.

Al blanco.

Sofía Serra. 2010

(*) tal vez a partir de ahora lo haga, dar algún dato. En esta ocasión: del arbusto donde florecen las lilas, es decir, los lilos, se extraen las cañas  que debidamente trabajadas se convierten en las siringas o flautas. Su nombre científico es Syringa vulgaris. La colonia de lilas es mi preferida, una que casi nunca encuentro.

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